viernes, 20 de mayo de 2011

La luna en el espejo

Antes de comenzar con la columna, quería hacer propaganda a la Cineteca de la PUCV que todas las semanas, y durante toda la semana, está presentado buenas películas y documentales (incluyendo el Documental del Mes, iniciativa española que busca acercar documentales de calidad y contenido a la población, es por eso que el primer jueves de cada mes se estrena en todas las salas habilidades un documental). Lo mejor de todo es que la entrada es liberada.
Apropósito de la Cineteca PUCV, esta semana estuvieron presentando “Valparaíso en el cine”. Entre las 4 películas que se mostraron, ayer presentaron “La luna en el espejo” (1990) dirigida por Silvio Caiozzi y ambientada en el Cerro Alegre de Valparaíso.

Esta película trata sobre un viejo marino enfermo, que pasa sus días en su cama controlando todo lo que pasa en la casa donde vive mediante una serie de espejos ubicados estratégicamente. Como este viejo marino no sale de su habitación, es su hijo “El Gordo” el que se encarga de cuidarlo y llevarle el amén en todo lo que el padre le ordena –cual subordinado infante de la marina-. "El Gordo" mantiene una especie de relación con su vecina, una señora mayor, quien para él ella era su mundo, el escape de la realidad y del control de los espejos, lo que lo hacía pensar en una vida sin su padre, en donde él con la vecina estuvieran juntos, pero la culpa por pensar así lo llevaba de nuevo a complacer a su padre.
Dejando un poco de lado la trama de la película (que por cierto es una idea original de José Donoso), es interesante cómo se muestra el Cerro Alegre antes de ser declarado Patrimonio de la Humanidad en Julio del 2003. Se muestra un Cerro Alegre como un barrio más de Valparaíso, aparece el señor que afila cuchillos –a veces aún pasa por mi casa en el mismo cerro pero en el lado residencial-, también aparece otro vendedor que no se logra entender bien quién era, da la impresión que era el motemei, pero lo importante es que en 1990 aún se pueden ver estos personajes típicos de Valparaíso recorriendo el Cerro Alegre, no como hoy que al subir por Almirante Montt o por Urreola encontramos una serie de restoranes, café hippies lais y galerías de artes, y en vez de personajes típicos nos topamos con un montón de gringos (estadounidenses, franceses, alemanes, ingleses todos metidos en el mismo saco), pareciera que al andar por esas calles nos trasladáramos a otro país.
Entonces ¿Cuál fue el aporte de declarar a Valparaíso Patrimonio de la Humanidad? Seguro que la idea de la UNESCO era mantener ese Valparaíso que se ve en “La luna en el espejo”, un lindo barrio de arquitectura alemana (no estoy segura pero estaba ahí el colegio y hospital alemán y la iglesia luterana), en donde los gatos y los personajes típicos gobernaban las calles de adoquín y las escaleras. Creo que se perdió la perspectiva de lo que es ser Patrimonio de la Humanidad, no se ha logrado una real preservación del cerro, a pesar de que arreglen la calle más seguido que en cualquier otro sector del viejo Pancho y las casas siguen manteniendo sus fachadas bonitamente pintadas, por dentro ya no son acogedores hogares, sino que se han convertido en servicios turísticos exclusivos (y “shuper locos”).
Así que los invito a ver esta película, a estar expectante con la historia de Don Arnaldo y “El Gordo” y a redescubrir el Cerro Alegre en su sentido más romántico y natural, a reflexionar sobre qué significa preservar nuestro patrimonio y a recuperar los lugares bellos de Valparaíso (y que aún no huelen a orina).

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