lunes, 18 de julio de 2011

Magneto e Israel.

En un mismo espacio pueden vivir distintas comunidades. Estas diferencias pueden ser vistas de dos formas; una es verla como una oportunidad de conocer al otro, la segunda, es ver esta diferencia como una amenaza. Por lo general, son los nativos los que ven en el extranjero una amenaza, ese otro que es notoriamente distinto a uno debe ser mirado con recelo y tratado con cuidado, ya sea gitano, judío u oriental.
Ahora, qué pasaría si ese oriental que nos vende arrollados primavera, o el peruano que nos vende comida Tifa, pudiera lanzar un grito tan agudo que fuera capaz de derribar una muralla de hormigón armado, pudiera volar o tuviera cualquier otro tipo de poder fantástico. Lo más probable es que el miedo se apoderada de los que no tenemos esos poderes. Los  mismos que ahora detestan a los inmigrantes, a los indígenas y a los de otras etnias, propondrían destruir esta amenaza, siendo esta la solución final para ese otro que nos pone en peligro.
En la década de 1970, la Marvel Comics, elaboró una historia con el argumento recién expuesto. La evolución humana hizo surgir una serie de humanos con súper poderes, los cuales son perseguidos y discriminados por los humanos comunes y corrientes. Uno de los personajes más interesantes de esta historia corresponde a Magneto, el antagonista de un grupo de mutantes que se dedican a ser de superhéroes de quienes los persiguen, decide tomar la ofensiva contra quienes los quieren eliminar, principalmente grupos de humanos conservadores (obvio, quién más podría ser). En su discurso, Magneto plantea que la evolución ha elegido a los mutantes como humanos superiores y que su destino es el dominio del planeta.  El personaje se hace aun más complejo cuando nos adentramos en su historia personal, durante la primera mitad del siglo XX, los fascismos europeos deciden eliminar a todo los grupos que pongan en riesgo la seguridad de sus naciones, estos nacionalismos la emprenden contra los comunistas, gitanos, homosexuales y judíos. Cuando niño Erick Magnus es traslado a un campo de concentración durante la segunda guerra mundial por ser Judío, ahí sufre la discriminación y el antisemitismo más crudo, sin embargo logra sobrevivir y con el paso de los años descubre sus poderes mutantes, los que le permiten mover los metales con la mente, se transforma en uno de los mutantes más poderosos y cuando los humanos comienzan a perseguir a los mutantes, el niño que estuvo indefenso se transforma en el poderoso que persigue a los más débiles, David se transforma en Goliat.
Con el paso de las décadas el pueblo hebreo ha logrado conformar un Estado, y generar una maquinaria militar gigantesca que logra dominar toda la región en la que se inserta, los perseguidos han descubierto sus poder y se transforman en perseguidores, al igual que Magneto decide eliminar a los humanos con el argumento de verse amenazado, Israel decide atacar a la población Palestina con el argumento de la seguridad nacional, así Magneto se convierte en una metáfora de los perseguidos que logran invertir su condición y transformarse en perseguidores, giro del destino que hemos podido ver más de una vez en la historia del pueblo hebreo, la analogía se completa de forma perfecta al ver que Magneto se siente elegido por la evolución y es esta la que le otorga la superioridad sobre los humanos comunes y corrientes, al igual como  la providencia ha decidido que el pueblo hebreo son los elegido por Dios.
La última entrega de X-Men, muestra esta transformación de David en Goliat, la película es sumamente entretenida, y para los fanáticos del comic podrán ver algunas regalos y consideraciones que no se han vistos en las entregas anteriores como lo son los vestuarios apegados a los diseños originales de las historietas (son muy feos los trajes en las otras películas o no?), algunos cameos y cosas por el estilo y otras ñoñerías.
Nos despedimos y les recomendamos X-Men First Class y cuidado con la discriminación, porque no sabemos cuándo se puede dar vuelta la tortilla. 


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