viernes, 17 de diciembre de 2010

¿Sabes quién es Ming?

Ming es el emperador del planeta Mongo, el cual genera desastres naturales en distintos planetas. Si estos planetas atribuyen el origen de estos desastres a la naturaleza o los dioses Ming los deja libres, y -por el contrario- si ellos logran ver la intervención de Ming en estos eventos Ming los ataca, los incluye en su órbita y los transforma en parte de su imperio. Los planetas dominados pasan a ser lunas de Mongo en planeta metrópolis y se mantiene unos con otros en un estado de guerra constante que les impide unirse y enfrentar a Ming.
Flash Gordón, desde su origen en comic, su serie de televisión en los años 30 y un intento de súper producción cinematográfica en los 80, es una historia de Sci Fi como las que ya no se hacen, es una Space Opera, una historia donde los habitantes de planetas lejanos hablan inglés, nadie es afectado por diferencias de gravedad en los planetas, las naves viajan a la velocidad de la luz o más rápido aún sin causar ningún efecto físico en los tripulantes, entre muchas otras cosas, pero eso no importa porque los personajes son simples, la historia es entretenida y las angustias existenciales que desbordan los argumentos de la ciencia ficción posterior a la segunda guerra mundial quedan en el planeta tierra. Es el espacio una frontera llena de posibilidades con un imaginario donde todo puede pasar, en especial mujeres deslumbrantes como sólo en este tipo de historia podemos ver (para que les voy a recordar a la princesa Leia en El Regreso del Jedi, o a la misma princesa Aura hija de Ming en Flash Gordón)
Lo que más me gusta de Flash Gordón es que su antagonista se llama Ming, que no es sólo un personaje de una historia espacial que cae en lo ridículo, sus rasgos orientales nos recuerdan que Ming, también es el nombre de la penúltima dinastía China, que desde el siglo XIV al XVII dominó parte de Asia. Así, Ming es la representación occidental de lo que significa un imperio oriental.
Lo interesante es comparar ésta representación del Siglo XX con la actual imagen de China en el cine norteamericano. Este año pudimos ver el remake de Karate Kid, producido por Jackie Chan, en una coporducción chino-americana, vemos una China amable, cosmopolita, integradora, mágica, milenaria y, por sobretodo, atrayente. El pequeño hijo de Will Smith aprende las artes orientales del Kung-fu y ayuda a un viejo maestro de artes marciales a sanar su espíritu en una película que logra sacar lágrimas y que nos deja unas ganas tremendas de ir a China o de aprender Kung-Fu.
Así vemos como Ming y su imperio intergaláctico tan coherente con un imperio teocrático y luego un totalitarismo marxista, es destruido y reemplazado por una nueva imagen, sólo que esta vez China es la responsable de la imagen, la cual es propia de la propaganda de uno de los tantos polos que reconocemos como potencias internacionales. 



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